Manifiesto en defensa de los tiburones
La celebración del día de los tiburones es una buena ocasión para tratar sobre estos animales tan injustamente demonizados, sobre los que se han creado miedos y leyendas, en gran medida debido al desconocimiento de su naturaleza y del papel que juegan como reguladores del funcionamiento de los ecosistemas, lo que ha llevado a una situación extrema de supervivencia a muchas especies.
Se trata de depredadores muy diversificados y especializados con estructuras anatómicas muy evolucionadas, propias de un linaje muy antiguo, tanto en lo que respecta a sus características sensoriales, relacionadas con la detección de las presas, como a la regulación del tamaño de sus poblaciones. Están dotados de un equipamiento sensorial muy completo y perfeccionado. Sus órganos de los sentidos están muy desarrollados para localizar las presas a distancia (olfato de gran sensibilidad y sistema de detección de vibraciones), teniendo incluso electrorreceptores de alta sensibilidad repartidos por la cabeza y adaptaciones especiales en los ojos para la visión en ambientes de baja luminosidad. Pero se trata de depredadores situados en la cima de las cadenas alimentarias del mar, razón por la que han desarrollado un sistema perfecto de autorregulación poblacional: fecundación interna, alta inversión energética en el desarrollo de los embriones, baja fecundidad, periodos de gestación largos, crecimiento lento, madurez reproductiva tardía. La gran mayoría son ovovivíparos, es decir que los embriones se desarrollan en los úteros materno a partir de huevos cargados de nutrientes, pero algunas especies del orden Carcariniformes (en el caso de Canarias, las cornudas -Sphyrna-, el Cazón -Mustelus mustelus-, las jaquetas- Carcharhinus-, y la Tintorera -Prionace glauca-) desarrollan una auténtica placenta para alimentar a los embriones. Otro grupo de especies (dos de profundidad en nuestro caso) son ovíparas, ponen huevos que se desarrollan en el fondo. La estrategia de control poblacional alcanza su extremo en unos pocos tiburones mediante un proceso conocido como oofagia, en el que los primeros embriones en desarrollarse se alimentan de los huevos restantes; éste es el caso bien conocido en Canarias de la Sarda o Solrayo (Odontaspis ferox) cuyas hembras paren sólo dos crías por parto.
Las características reproductivas mencionadas los hace vulnerables cuando existe una alta presión pesquera, de forma que la ausencia o baja densidad de estos importantes depredadores en sus hábitats desestabiliza los ecosistemas.
En Canarias se ha registrado la presencia de 55 especies, la mayoría asociadas a los fondos litorales profundos y del talud. Algunas son frecuentes, especialmente las que viven en esos ambientes profundos, pero otras son de aparición muy esporádica e incluso raras. En los fondos litorales las especies más frecuentes son el Angelote (Squatina squatina) y el Cazón, otras tienen su hábitat principal en aguas pelágicas abiertas (jaquetas, janequines, cornudas, la Tintorera o el Tiburón ballena) y cerca del litoral son más fáciles de observar en zonas remotas o en espacios protegidos. Varias de las especies presentes están incluidas en catálogos nacionales e internacionales de especies amenazadas como vulnerables o en peligro de extinción. Cabe destacar aquí el caso del Angelote, que tiene una población en buen estado en las Islas, con zonas de reproducción exitosas, mientras que ha desaparecido o se ha enrarecido mucho en las áreas continentales por efecto de la sobrepesca generada por el arrastre. Otros elasmobranquios del grupo hermano de los rayiformes (rayas, mantas, mantelinas, guitarras, etc.), que cumplen la misma función en sus hábitats, están incluidas también en los catálogos de protección mencionados.
En los fondos profundos tienen su hábitat una veintena especies de tiburones, que presentan adaptaciones especiales a estos ambientes de la penumbra y la oscuridad, con nombres canarios como Bocanegra, Galludo, Cazón dientuso, Albajar, Alcatriña, Gata, Quelme, Picopato, Palluda, Negrito, Rasqueta, Remudo o Pejecamello. De este grupo llama la atención el caso del mencionado Solrayo, una especie cuya población vive en aguas profundas pero las hembras vienen a zonas muy costeras a parir, probablemente como una forma de proteger a sus crías.
Actualmente la actividad pesquera realizada por la flota canaria que afecta a los tiburones es muy limitada, no existe una actividad expresamente dirigida. Se capturan sobre todo cazones y galludos, pero también quelmes y otras especies de forma marginal en la pesca con nasas, trasmallos y palangres verticales, así como en la pesquería de merluzas con palangres horizontales de fondo en las islas orientales. En el pasado (entre los años cuarenta y sesenta) sí hubo una pesquería desarrollada dirigida a los tiburones de los fondos profundos, con palangres verticales, en el sur-suroeste de Tenerife, sur de La Gomera y suroeste de La Palma, cuyo objetivo principal era la obtención de aceites de hígado, aunque también se comercializaba la carne. La pesca recreativa captura ocasionalmente algunas especies de fondo y pelágicas, pero la impactante actividad dirigida en yates de pesca de altura de hace unos años parece estar más controlada. En cambio, los palangreros de superficie siguen faenando en aguas canarias, especialmente los que tienen bases en puertos peninsulares, capturando sobre todo tintoreras, janequines y jaquetas.
Las poblaciones de tiburones y otros elasmobranquios constituyen un legado natural que debemos proteger con el respeto y la admiración que se merecen, en relación con su naturaleza y las funciones que desempeñan en los ecosistemas. Por otra parte, aunque en nuestras islas están presentes algunas de las especies consideradas peligrosas, solo muy ocasionalmente ocurre algún incidente, tanto de forma accidental como provocados de manera inconsciente, y nunca de gravedad. Por todo ello y teniendo en cuenta que en Canarias la pesca de arrastre, que es la actividad más impactante, está prohibida y la flota artesanal insular no tiene como objetivo la captura de estas especies, el Archipiélago puede constituirse en un gran reservorio para la conservación de los tiburones y otros elasmobranquios rayiformes si se adoptan las medidas adecuadas (por ejemplo, campañas de divulgación y concienciación, prohibición y control de la actividad de la flota palangrera de superficie nacional y extranjera, y más áreas marinas protegidas). Así, las aguas canarias representarían también un pasillo migratorio seguro para las especies de alta movilidad.
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